Sí. Estoy aquí. Son las 0:48. Hoy ha terminado todo. Estoy muerta…pero me apetece escribir ahora. Ahora que tengo todo en la mente y que está más reciente y que…blablabla. Ahora porque quiero.
Probablemente acabe delirando y hablando de otra cosa que no es de lo que me propongo escribir… pero intentaré que no ocurra. Hoy tengo que hablaros de un acontecimiento de mi vida. No, no es la primera comunión, ni el primer polvo, ni mi boda. Hoy he terminado mi primer curso de carrera y me gustaría escribir sobre ello.
No sé cómo definir lo que he aprendido estos meses. Puede que porque esté grogui o porque, simplemente, sea algo difícil ya de por sí. Ni pa ti ni pa mí. Las dos cosas.
“¿A qué huele la universidad?” Me preguntaba a principio de curso. La universidad huele a pasillos mañaneros con olor a bollo. A gente alta y barbuda. A filósofos. A gente joven que da asco y a gente joven que es sublime. Huele a gilipolleces. Huele a esa sensación de estar… no sé. Es difícil para mí.
Para aquellos que aún no conocéis la universidad… para mí a significado un cambio. Un fase más, sí, pero ahora mismo me parece grandioso. Y en mi caso (no sé en el de los demás) estoy segura de que es por las personas que me han acompañado en este cambio. De pronto te das cuenta de que no estás sola, que hay otra gente como tú. O no necesariamente. Que hay gente que no es como tú pero que es capaz de hacer cosas muy grandes.
Creo que me estoy replegando sobre mí misma (como el universo). Ah, la universidad huele a frases de los Simpson y de Friends… jamás había conocido a una persona con la que se pudiese tener una conversación únicamente con frases célebres y en la universidad la he conocido. O una persona con la que se puedan cantar canciones sin que te digan “¿qué canción es esa?”. También he aprendido que a las personas se las puede rebautizar… como a Paula, que se llama Mariló. Y también he aprendido muchas formas distintas de decir vagina. También que la palabra pene se puede usar como saludo, como despedida. Como onomatopeya. O como wosel wosel. He aprendido a… hablar un poco más inglés (supongo). He aprendido que los exámenes se pueden celebrar con desayunos. También he aprendido que las tilas de la UCM hay que pedirlas media hora antes de tomarlas para no hacer un cocido con tus órganos. He aprendido a decir cosas ridículas en muy poco tiempo… como los bebés de oro o las aureolas limpias. Limpiadlas, en serio.
He aprendido que twitter engancha y puede llegar a ser una enciclopedia. Que las BB son el demonio vestido de móvil con teclas de ordenador. Que hay gente cuya meta en la vida es maquillarse para ir a clase… y gente que tiene cara de pájaro, de anchoa, de gazpacho, de mandarina, de pistacho, de miel… de manzana / pera invertida (yo ^^). Que las mesas son un lienzo.
La universidad suena a un “buenos díaaaaaaaaas” de Gingerstone. Suena a “I’ve just seen a face, I can’t forget the time or place where we just met” antes de un examen. También a danza kuduro. A horas de metro haciéndome la interesante o sintiéndome chulita escuchando The Runaways o esa canción de Arctic Monkeys, “Crying lightning”, que también hace que me sienta superior al resto de los mortales. Suena a dcode fest, es decir, el festival de los decoderos (de: que niegan; coderos: los codos; que niegan los codos). Suena a flapped /t/ y a detrás con una aspirated /t/ como una casa. Suena a… Mariló riéndose. A violinista olvidado.
Sabe a bollos de la cafetería. A bufandas de Aroa… Ah, y suena a mis tripas también. Qué horario más malo, qué hambre he pasado, joder.
La universidad te llega al alma, te remienda los pensamientos y te sube el bajo de las ojeras. Sobre todo a nosotros, que entrábamos a las 10:00am. La universidad o, más bien, los universitarios son tan grandes que no sé qué cojones hago aquí intentando reseñarlos, porque es imposible. Pero bueno… solo me queda decir que me ha encantado, que ya hecho de menos esa necesidad imperiosa de hacer que las clases sean una tortura escuchando algo de vuestro mundo y que la tormenta no sea más que chispi-chispi. Que este curso ha sido insuperable y que me ha encantado que esta fase, que creo que es bastante, la haya pasado con vosotros. Que estas cosas no se olvidan y vosotros ya tenéis una huella en mi paseo particular de la fama (sí, después de Kurt).
Esto es ser estudiante de filología. Espero que, algún día, cuando haya terminado mi carrera y esas cosas… sepa expresar eso que hay en mi cabeza y que ahora, a la 1:22 de la madrugada, no sé expresar en este blog en el que supuestamente iba a hablar de mis exámenes. O eso o escribir monólogos en inglés. Una de las dos (o quizá ambas). Quién sabe lo que me depararán las Horas.
Me despido como he hecho y hago siempre que me despido de mis queridas #NakedPhilols en el metro:
ADIÓS, AMIGOS. UN BESO POR TÚ.
pd: siento de veras que sea tan cutre, pero así me reiré mañana cuando me haya recuperado.