Ventajas de que Elisa muera (asesinada)

Elaborado por mi querido amigo Pelayo, que, como podréis comprobar, me aprecia bastante.

Hay que dejar clara una cosa: no va a morir porque ella quiera, van a matarla (no voy a decir quién, pero tengo una ligera idea).

Las primeras ventajas son para su familia. ¿Sabéis por qué? Porque, bueno, pierden a una hija... ¡pero tienen un hijo! Así que... adiós, pago de la universidad, pago del carnet de conducir (que lo puede utilizar otra persona), etcétera, etcétera. Su familia, bueno, sufrirá un poquito, pero ya está su hermano para consolarles. Algunos años quizá dejarán su habitación igual y luego... venderán las cosas, ¡ganarán dinero! ¿Qué más ventajas? Se ahorrarían quebraderos de cabeza: ¿que Elisa sale por ahí por las noches? ¡Ya da igual, si ya no está! ¡Dormirán bien todas las noches! Además, como su hermano es mayor, pues ya se sabe cuidar solito y tampoco pasa nada. Luego, cuando vean a los vecinos, “¿qué tal está tu hija?”... esas preguntas incómodas irán fuera también porque ya no está y, como su hijo es mayor, a la gente no le interesa (le interesan las chicas jovencitas). A parte del aspecto económico, de pagos, muebles, y demás... el afecto. ¿Para qué quieren dar afecto a alguien que ya no está? ¡Que se lo guarden para ellos, se querrán más! El hijo, bueno, se irá de casa... así que sus padres podrán volver a estar como novios normales, ya no tienen que aguantar a una plasta... a una rub... a una morena... ¡que no se sabe ni lo que es! (¡que se ponga de acuerdo ya!). Estas serían las principales ventajas para su familia.

Ahora, ventajas para Elisa. En primer lugar, ya no tiene que quemarse la cabeza con los estudios, ni con el carnet, ¡ni con nada! ¡Adiós, fuera! ¡Es como si tuviera el título de todo! Además, en el cielo se habla el idioma universal, ¿para qué quiere el inglés? En segundo lugar, ya no se tendrá que preocupar por ningún chico. Tampoco por la ropa, en el cielo irá siempre de blanco, siempre. ¿Y qué pasará? Nunca se manchará. Tampoco tendrá que comer (ahorro en comida), ni ir al baño (ahorro en papel). Además, tendrá una capacidad única que mucha gente quiere: poder volar sin tener que montarse en ningún avión o aeroplano. ¡Tendrá alas! Será como un pájaro, pero sin ser un pájaro... y, ángel, no lo sé, porque como no voy a subir con ella no sé lo que será... A lo mejor la ponen de oficinista. O la castigan con algo... pero, estando en el cielo, ¡no tendrá dolor! (otra ventaja más). No tendrá dolor por nada: se podrá pinchar, querrá matarse otra vez... porque «menos por menos, más» y entonces ella dirá: «muero, muero: vivo». Pero no va a funcionar. ¿Qué más ventajas tiene? Puede ir a donde quiera, y sin pagar. ¿Que quiere ir a Italia? Pues, venga, a Italia. Una desventaja: no la va a ver nadie. Será un fantasma. Eso recaerá en su reputación en el cielo... la dejarán de hablar sus amigos (si es que tiene amigos, puede que también esté sola en el cielo).

Y, por último, la mejor ventaja de todas: ¡la van a matar! Cumplirá el sueño de algún asesino en serie o de alguien que quiere empezar en ese negocio. La puede destrozar. Puede que sea un momentito de dolor o no, también puede ser una agonía larga... ¡pero estará cumpliendo el sueño de una persona!, ¿no os dais cuenta de lo grande que es eso?

Y, bueno, estas son (así, por encima) las ventajas de que Elisa muera (asesinada).

Gracias, Pe, yo también te deseo lo mejor.

Indignada, ahora que está de moda.

Hace unas semanas, estuve visitando algunas ciudades del norte de España (todo preciosísimo). Como bien sabréis (si habéis viajado aunque sea al pueblo de al lado), en cualquier sitio con interés turístico hay obras de arte. Entre esas obras de arte, suele haber a menudo edificios dedicados a la religión. En la mayoría de los casos (al menos, en España) se trata de iglesias. Yo no estoy interesada en la religión, pero sí me gusta la historia del arte y, por lo tanto, la arquitectura, sea civil o religiosa. El caso es que, estando con mi familia en San Vicente de la Barquera (Cantabria), decidimos visitar una iglesia. Según íbamos subiendo la cuesta, empezamos a ver coches y gente vestida de boda. Por las vestimentas y los logos de los coches, supe que no se trataba de cualquier boda. Esa gente tenía que tener pasta. Y mucha (aunque luego se quejen de la crisis). Cuando llegué al final de la cuesta, con la lengua fuera del calor y el esfuerzo de la caminata, fui hacia la puerta para entrar. La verdad, es que no me sorprendió, pero me hizo indignarme una vez más con la Iglesia Católica y los seres humanos en general: un monaguillo (amanerado, todo hay que decirlo) me dijo que no podía entrar porque había boda. Me dieron ganas de decirle unas cuántas cosas:
1)      ¿Quién te dice a ti que no soy una invitada? Ah, ya, mi ropa te hace pensar que soy pobre. ¿Sería eso un problema para Jesucristo?
2)      ¿Crees que Jesucristo le negaría a alguien el derecho a entrar en un templo? ¿Qué pasa si tengo la necesidad de rezar, me vas impedir que practique mi religión cuando, supuestamente, es la misma que la tuya?
3)      ¿No te das cuenta de que te has dejado sobornar por el dinero y eso es pecado?
4)      Cuando te des cuenta de que eres homosexual, mantente callado, pues tu IGLESIA (ojo, no tu religión) te echará si lo haces público.
La primer pregunta que me viene a la cabeza en situaciones como esta es la siguiente: “¿Estará el (para mí) hipotético Dios de parte de los ricos?”. Si te pones a pensarlo bien, no es Dios la cuestión, sino la institución. La institución (en este caso, la Iglesia Católica) siempre (o casi siempre) cederá ante el dinero y el poder. Es irónico, pero son los más pecadores los que dirigen estos negocios. Claro, que lo veo lógico, siempre tienen a colaboradores voluntarios y humildes para que laven su imagen.

3 de Mayo de 1944

(…) Como te podrás imaginar, aquí vivimos diciendo y repitiendo con desesperación "Para qué, ¡ay!, para qué diablos sirve la guerra , por qué los hombres no pueden vivir pacíficamente, por qué tienen que destruirlo todo..."

La pregunta es comprensible, pero hasta el momento nadie ha sabido formular una respuesta satisfactoria. De verdad, ¿por qué se construyen aviones cada vez más grandes, bombas cada vez más potentes y, por otro lado, casas normalizadas para la reconstrucción? ¿Por qué se destinan a diario miles de millones a la guerra y no se reserva ni un céntimo para la medicina, los artistas o los pobres? ¿Por qué la gente tiene que pasar hambre cuando en otras partes del mundo hay comida en abundancia, pudriéndose? ¡Dios mío! ¿Por qué el hombre es tan estúpido?

Diario de Ana Frank