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La tristeza se esconde sin dificultad. Es fácil ocultar las lágrimas: pañuelos. Y, si no, siempre queda la excusa del “Uy, se me ha metido algo en el ojo”. Pero…¿y la felicidad?, ¿quién es capaz de aguantarse una sonrisa? A mí me es imposible. A mí y a él; aunque te esté mandando a un lugar muy bonito.

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