Feliz.

Como un pez que estrena pecera.



Y lo cierto es que es lo que necesitaba. Mudarme a otro sitio diferente, otras aguas en las que nadar…Dos horas diarias de metro acuático. Una pecera enorme y compleja, otros peces que conocer. Pasillos demasiado largos y gente demasiado alta. Barbas, gafas de pasta y zapatillas viejas.
Ah…esto sí es vida.
Las aguas turbias no molaban.

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